“…Cada libro, cada tomo que
ves, tiene alma. El alma de quien lo escribió, y el alma de quienes lo leyeron
y vivieron y soñaron con él. Cada vez que un libro cambia de manos, cada vez que
alguien desliza la mirada por sus páginas, su espíritu crece y se hace fuerte…”
Estas palabras fueron pronunciadas “…con esa voz leve de las promesas y de las
confidencias…” por el padre de Daniel Sempere, pequeño protagonista de la
novela “La Sombra
del Viento” del escritor español Carlos Ruiz Zafón, best seller que lleva
vendido mas de 10 millones de ejemplares en todo el mundo. Y el número crece.
Tal vez, a través del
misterio de palabras como ecos, sombras,
museo, dragones, cadáver abandonado, guardianes, misterio, aventura,
catacumbas, y un sinfín de expresiones semejantes, el autor nos va
construyendo el campo semántico de una obra en la que nos deja ver que en un
libro podemos encontrar, a veces sin buscarlo, lo que cada uno lleva adentro.
Libro y lector forman una unión de la que ambos obtienen beneficios. Esto es la
literatura.
El pequeño Daniel, con sólo
6 años, intenta, sin saberlo, olvidar el dolor que le provoca la pérdida de su
madre por medio de la visita secreta al Cementerio de los libros olvidados. Allí
se apropia del que sería su compañero, el libro “La Sombra del Viento” que le
permite a través de la lectura, distraerse y alegrar un poco su vida: “…Tomé el
libro con sumo cuidado y lo hojeé, dejando aletear sus páginas. Liberado de su
celda en el estante, el libro exhaló una nube de polvo dorado. Satisfecho con
mi elección, rehíce mis pasos en el laberinto portando mi libro bajo el brazo
con una sonrisa impresa en los labios…”
Según lo expresa el mismo Ruíz
Zafón, en su novela hay una búsqueda de las figuras de la madre y el padre. “…Es
un tema clásico en la literatura y en la vida misma, conectado a la búsqueda de
la identidad, la memoria…”